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Twitter revela tu personalidad

lunes, 17 de diciembre de 2012

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Conocer la personalidad de los demás es algo que fascina tanto a los expertos en psicología como a los legos en la materia. Todos, de una u otra forma, tendemos a hacer elucubraciones sobre “cómo es” la persona que tenemos delante o con la que estamos interactuando a través del teléfono o Internet… incluso, aún más, es inevitable tratar de componernos el dibujo de la personalidad de gente con la que nunca hemos contactado y de la que sólo tenemos noticia muy indirectamente. Eso nos ayuda a “organizar” en alguna medida nuestro mundo social y a reducir la incertidumbre sobre qué podemos esperar y cómo se van a comportar probablemente las personas con las que nos relacionamos. La premisa básica es que se pueden encontrar “pistas” en la conducta o en las respuestas de alguien que “manifiesten” cómo es. Es decir, que a partir de una muestra de lo que vemos del otro tratamos de inferir su comportamiento en general, lo que presupone que la conducta es consistente en diversas situaciones y estable a lo largo del tiempo. La psicología científica ha tratado de sofisticar el método con que se hacen estas inferencias empleando para ello numerosos tests de personalidad, de los que se han analizado sus propiedades psicométricas de fiabilidad y validez. Pero junto a ellos, conviven otros métodos más controvertidos –como la grafología o los test proyectivos- e incluso formas ciertamente exóticas de indagar sobre la personalidad, como el asignar a alguien rasgos psicológicos en función de su signo del zodiaco.

Bien, lo que sigue podría parecer uno de esos casos controvertidos y/o exóticos, pero lo cierto es que se basa en un estudio aparecido en el Journal of Research in Personalityque reporta los resultados de una investigación empírica realizada según el estándar del método científico. La cuestión es: ¿se puede conocer la personalidad de alguien a través de sus tweets? Lo cierto es que existe una amplia tradición de investigación en la que se realizan inferencias sobre los rasgos psicosociales de alguien en función del uso que hace del lenguaje; es decir, que cómo habla una persona nos dice mucho de “quién es”. Y desde esta perspectiva parece plausible que nuestros tweets den pistas sobre nuestra personalidad.

Para comprobar esta hipótesis Qiu et al. (2012) reunieron una muestra de 142 usuarios de Twitter y recopilaron sus tweets de un mes. En total se hicieron con 28,978 de estos mensajes de 140 caracteres o menos. Cada participante como media había emitido 204.07 tweets y 2362.72 palabras, incluyendo en cada tweet un promedio de 11.61 palabras. Los investigadores pidieron a los participantes que rellenaran on-line el Big Five Personality Inventory, una medida bien establecida de las cinco dimensiones de la personalidad –extraversión, neuroticismo, agradabilidad, apertura y conciencia. Seguidamente, trataron de analizar posibles relaciones entre las puntuaciones de los participantes en el test de personalidad y determinados elementos del lenguaje empleado en sus tweets.

Así, encontraron que la extraversión se asociaba significativamente con el uso en los tweets de palabras relacionadas con procesos sociales, emociones positivas y palabras indicativas de asentimiento o acuerdo; mientras que este rasgo correlacionaba negativamente con el uso de artículos, pronombres impersonales y palabras que sólo cumplen alguna función gramatical. La dimensión de agradabilidad correlacionaba negativamente con el uso de palabras de negación, y el rasgo de neuroticismo se asociaba a un mayor empleo de pronombres personales de primera persona del singular (yo, mí, mío). La dimensión de apertura se encontró que correlacionaba negativamente con el uso de pronombres de segunda persona, de palabras de asentimiento, de aquellas que se refieren a emociones positivas o procesos afectivos, con el número de palabrotas, el uso de verbos en tiempo pasado, uso de adverbios, y de palabras indicativas de no fluencia (er, hm, umm). La apertura además correlacionaba positivamente con el uso de preposiciones. La dimensión de conciencia o responsabilidad, sin embargo, no correlacionó significativamente con ninguno de los aspectos lingüísticos que se analizaron.

De acuerdo con estos resultados, los tweets de alguien sí que darían pistas sobre su personalidad. Pero ello abre otra cuestión. ¿Puede un lector de esos tweets hacerse una composición de la personalidad de su autor? Es decir, ¿somos buenos percibiendo esas pistas que hay en los tweets sobre la personalidad? Qiu et al. (2012) pidieron a 8 evaluadores que elaboraran un perfil de la personalidad de los twitteros de la muestra a partir de sus textos, perfil que debían establecer tomando con referencia las cinco dimensiones del Big Five. Después, los investigadores comprobarían el grado de correspondencia entre las estimaciones de los observadores y las puntuaciones reales en el Big Five de los usuarios de Twitter. En este caso, los resultados pusieron de manifiesto que los observadores sólo podían predecir con exactitud las dimensiones de agradabilidad y neuroticismo, pero no las otras tres. Los datos sugieren que en gran medida los observadores habían confiado en estereotipos de género, edad u origen étnico para evaluar la personalidad de los twitteros. Sin embargo, en los dos rasgos que evaluaron con precisión –la agradabilidad y el neuroticismo- los resultados apuntan a que los observadores se habían guiado por pistas presentes en el lenguaje de los tweets para hacer sus estimaciones, más que por estereotipos.

Como en todas las investigaciones, los resultados y conclusiones que se extraen de ésta han de tomarse con cierta cautela y necesitan de ulterior replicación, pero en principio todo parece sugerir que en gran medida nuestros tweets revelan nuestra personalidad y que nuestros followers son buenos evaluando al menos dos dimensiones, nuestro grado de agradabilidad y de neuroticismo. En definitiva, parece que 140 caracteres son todo un reflejo del carácter.

Para una categorización de personalidad alternativa, echa un vistazo a la imagen…



Puedes leer el texto completo del artículo de Qiu et al. (2012) aquí.

Artículo original porPSY'N'THESIS
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