Acuñado en los años 60, el término mezcla lo cibernético con lo orgánico.
Los autores de ciencia ficción imaginaban seres humanos semirobóticos con increíbles destrezas físicas que llegarían en el futuro.
Pero gracias a Google, a la tecnología y a internet, los cíborg están aquí y no en todos lados son bien recibidos.
Google Glass, el nuevo proyecto estrella del buscador, está haciendo que la idea de los cíborg se convierta en una realidad.
Se trata de unas gafas que incluyen una computadora (ver imagen superior) a través de la cual los portadores pueden tomar fotografías, grabar video, hacer búsquedas en internet, ver cómo llegar a una dirección, compartir en redes sociales, iniciar un Hangout, traducir palabras a otro idioma, etcétera.
Los anteojos funcionan con activación por voz o a través de un control en el costado. La versión para desarrolladores cuesta US$1.500, y la de consumidores -que estará disponible a finales de este año- costará "mucho menos", según Google.
Si aún no lo han hecho, aquí pueden ver cómo funciona en esta demostración del buscador:
La idea del gigante tecnológico es que cualquier persona pueda acceder a información en tiempo real sin importar dónde se encuentra. Una de sus características más llamativas es la posibilidad de tomar fotos y grabar videos de lo que uno ve en cualquier momento.
Pero esa característica está despertando un serio debate sobre la privacidad.
Un letrero como éste apareció en un bar en Seattle. El establecimiento prohíbe la entrada a cualquier consumidor que porte el dispositivo. No es que haya muchos anteojos en el mundo; de hecho sólo un puñado de desarrolladores tiene acceso a ellos. Sus dueños dicen que lo hicieron mitad en broma para llamar la atención, mitad en serio para proteger la privacidad de sus clientes.
No son los únicos.
Algunos establecimientos de striptease en Las Vegas le dijeron a NBC News que no permitirán la entrada a quienes porten Google Glass para proteger a sus empleados.
Letreros de prohibición como el mostrado párrafos arriba provienen de un sitio web llamado "Stop the Cyborgs" ("Detengan a los cíborgs") un lugar que asegura que su "objetivo es frenar un futuro en el que la privacidad sea imposible".
Los organizadores del movimiento dicen que quieren que Google y otros fabricantes de dispositivos similares se comprometan a tres cosas: a) no permitir que el dispositivo cuente con reconocimiento facial, lo que permitiría identificar a un individuo usando internet; b) no rastrearán el movimiento de la gente ni obligarán a que el usuario se identifique; c) toda la información capturada por Google Glass será propiedad del usuario y no se compartirá con propósitos comerciales.
Google no se ha pronunciado al respecto y a menos que el movimiento consiga decenas de miles de seguidores, es poco probable que afecte la venta y distribución del dispositivo. Pero sirve para adelantar un debate que seguramente se propagará en cuanto los anteojos estén al alcance los consumidores.
Los establecimientos que ya prohíben el uso de cámaras seguramente prohibirán el uso del aparato del buscador en su interior, pero antes de que su uso se masifique, habrá un periodo de tiempo en el que a los comercios les costará trabajo identificar al nuevo producto.
El sitio de noticias tecnológicas The Verge probó el dispositivo dentro de un Starbucksgrabando video. A pesar de que los anteojos cuentan con una pequeña luz de grabación roja que indica que se está grabando video, los empleados del café no notaron el dispositivo.
La tecnología está cambiando nuestras vidas, pero también nuestro comportamiento. A pesar de que nos convirtamos en cíborgs, seguiremos viviendo en una sociedad. Parece que el "pacto social" del que hablaba Rousseau tendrá que volver a revisarse.
Pero esa característica está despertando un serio debate sobre la privacidad.
Un letrero como éste apareció en un bar en Seattle. El establecimiento prohíbe la entrada a cualquier consumidor que porte el dispositivo. No es que haya muchos anteojos en el mundo; de hecho sólo un puñado de desarrolladores tiene acceso a ellos. Sus dueños dicen que lo hicieron mitad en broma para llamar la atención, mitad en serio para proteger la privacidad de sus clientes.
No son los únicos.
Algunos establecimientos de striptease en Las Vegas le dijeron a NBC News que no permitirán la entrada a quienes porten Google Glass para proteger a sus empleados.
Letreros de prohibición como el mostrado párrafos arriba provienen de un sitio web llamado "Stop the Cyborgs" ("Detengan a los cíborgs") un lugar que asegura que su "objetivo es frenar un futuro en el que la privacidad sea imposible".
Los organizadores del movimiento dicen que quieren que Google y otros fabricantes de dispositivos similares se comprometan a tres cosas: a) no permitir que el dispositivo cuente con reconocimiento facial, lo que permitiría identificar a un individuo usando internet; b) no rastrearán el movimiento de la gente ni obligarán a que el usuario se identifique; c) toda la información capturada por Google Glass será propiedad del usuario y no se compartirá con propósitos comerciales.
Google no se ha pronunciado al respecto y a menos que el movimiento consiga decenas de miles de seguidores, es poco probable que afecte la venta y distribución del dispositivo. Pero sirve para adelantar un debate que seguramente se propagará en cuanto los anteojos estén al alcance los consumidores.
Los establecimientos que ya prohíben el uso de cámaras seguramente prohibirán el uso del aparato del buscador en su interior, pero antes de que su uso se masifique, habrá un periodo de tiempo en el que a los comercios les costará trabajo identificar al nuevo producto.
El sitio de noticias tecnológicas The Verge probó el dispositivo dentro de un Starbucksgrabando video. A pesar de que los anteojos cuentan con una pequeña luz de grabación roja que indica que se está grabando video, los empleados del café no notaron el dispositivo.
La tecnología está cambiando nuestras vidas, pero también nuestro comportamiento. A pesar de que nos convirtamos en cíborgs, seguiremos viviendo en una sociedad. Parece que el "pacto social" del que hablaba Rousseau tendrá que volver a revisarse.
Autor: David Cuen
Fuente: BBC Mundo
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