Esta web de peticiones ciudadanas suma 4 millones de usuarios únicos en España, más que LinkedIn y Twitter juntas. El mes pasado, más de un millón de personas firmaron a favor de la dimisión de Rajoy.
200.000 firmas en las primeras doce horas, y hasta 500 nuevas firmas por minuto. Es el volumen de peticiones que llegó a recoger la iniciativa "por la dimisión inmediata de Mariano Rajoy" en Change.org tras destaparse el caso Bárcenas.
La herramienta online, cada día más potente, ha promovido otras iniciativas como la pérdida de anunciantes de ‘La Noria’ y programas de concienciación a supermercados para que se desperdiciasen menos alimentos. "El poder ya no está solo en manos de unos pocos. Gracias a las nuevas tecnologías, cualquier ciudadano puede llegar a cambiar el mundo", promete Jennifer Dulski, recientemente nombrada directora general de Change.org, en una entrevista con Expansión.com.
Dulski es una vieja conocida en el sector online. Fundó la compañía Dealmap, adquirida por Google en 2011, y ha ocupado varios cargos de responsabilidad en Yahoo! y la propia Google.
Change.org suma ya 25 millones de usuarios únicos, 4 millones en España. La propia Dulski confiesa haber firmado varias peticiones antes de incorporarse a la compañía. "La Red es una herramienta muy útil no sólo para proponer cambios, sino para comunicarse con otras personas y mejorar uno mismo. Por ejemplo, las empresas pueden usar Change.org para comprobar qué otras peticiones ha firmado una determinada persona y contactar con ella", explica la directiva estadounidense.
Más cerca del usuario
En la era digital, la transparencia y el diálogo con los consumidores tienen una creciente aportación sobre el reconocimiento de una marca. Las redes sociales profesionales como LinkedIn constituyen el canal preferido de los directivos para iniciar debates y buscar soluciones a determinados problemas. No siempre se logra una abundante interactuación, pero permite acceder al perfil de quienes sí participan en la conversación y valorar su nivel de conocimiento sobre la materia. En Twitter, el diálogo suele ser mayor, pero también más desordenado.
Change.org es algo diferente. Si un internauta considera algo inadecuado o dañino, puede crear una petición en esta web y, en pocos días, miles de personas podrían unirse a su causa. Las firmas no tendrían validez ante una iniciativa legislativa popular (no hace falta incluir el DNI), pero en cualquier caso representan el sentimiento de una parte de la población, posibles clientes potenciales. "Estamos trabajando en nuevas soluciones que ayuden a las empresas a escuchar a sus clientes", y recuerda, "porque la mayoría de los consumidores también navega por Internet y lee las críticas de otros".
Para Dulski, el miedo a las críticas no tiene que retraer a una empresa de abordar la comunicación online. "Al contrario, en Internet, los usuarios suelen criticar con dureza la falta de transparencia y reconocer los esfuerzos por mejorar de una compañía".
En la actualidad, España es el segundo mayor mercado de Change.org, por detrás de EEUU. No es coincidencia: en 2011, la plataforma norteamericana compró Actuable, una web similar fundada un año antes en España por Francisco Polo.
Entre las funciones de Dulski se encuentra impulsar el crecimiento internacional del portal. "En todos los rincones del mundo hay personas con buenas ideas, capaces, poco a poco, de crear un mundo mejor", concluye.
Fuente: Expansion.com
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